miércoles, 20 de enero de 2010

Difuminada estampa

Parece mentira que ya comiencen a difuminarse las antes vívidas imágenes que prometí grabar en mis retinas para siempre...


Ya casi se me echa la noche encima en Shinkoiwa. Con una bicicleta de color magenta oscuro, con el cestito abollado de tantos golpes, hago tintinear las cadenas, haciendo equilibrismo sobre una estrechísima carretera sin aceras, como si fuese un pasillo entre dos casas que, tímidas, nunca se han atrevido a unirse en una sola.

Hace calor, mucho calor. Las cigarras completan el ambiente con el anaranjado tono del crepúsculo de verano, y se oyen las campanillas resonar desde las ventanas con la suave brisa que trae el río Edo.

¡El río Edo! Allí voy, a tomar el aire antes de que anochezca, pero como siempre... voy algo tarde.

Bajo la autopista elevada que se alza enmedio del río, veo a un hombre rechoncho recogiendo unas cañas de pescar. Me mira por debajo de su desgastada gorra roja y sonríe:

- ¡Gaijin-san! Llegas un poco tarde para contemplar las vistas, está anocheciendo.
- No señor, ¡precisamente llego en el mejor momento!

Sí... cuando las luces de las casitas se reflejan en el agua, enmarcadas por los altos juncos.

- Ya bueno... quizás la noche sea hermosa en el Edogawa, pero deberías verlo de día también.
- No se preocupe, señor... tengo toda una vida.



Te echo de menos, Shinkoiwa.


Fuente: http://shinsato.cool.ne.jp/twilight%20s%20english.htm

¿Miedo?

Últimamente mi vida ha tomado una estabilidad, una forma tan definida (y tan hermosa), que me cuesta escribir sobre estímulos concretos, pues mis letritas y yo nos despertamos cada vez que, entre la superfície lisa, vemos sobresalir la punta de un clavo que obstruye el camino y que altera el tacto. Lo investigamos, lo intentamos comprender... y luego le contamos al mundo que existe tal clavo.

Pero, ¿sabéis que pasa? Que últimamente esa superfície lisa no sólo no tiene imperfecciones, sino que patina, me prácticamente obliga a deslizarme sobre ella a toda velocidad. Es casi perturbador cuando sientes que tu única obligación es dejar que las cosas fluyan y sigan su curso natural. Lo de perturbador viene, básicamente, porque te sientes un poco inútil. Piensas "Jo, ¿no hay nada que arreglar?"

No, Nana. Ya está todo. Ya has terminado, ahora siéntate, relájate... y disfruta un poquito. Es entonces, en el momento en que te sientas sonriente a descansar... cuando surge algo nuevo, el "estímulo" de mis letritas: El miedo.

Los que bien me conocen saben que yo no temía a nada en la vida. Cuando digo nada... quiero decir na-da. Ni a la muerte, ni a la soledad, ni a la excesiva compañía (que es destructora dinamita para alguien que ama crear)... ni a nada. Me marchaba sola a la otra punta del mundo con menos años de los que podía contar con todos los dedos de mis manos y mis pies, y no miraba atrás. Ahora, tres años después, marcharme de nuevo me causa un poco de congoja: Sí, es el miedo.

Miedo a perder lo que una ha construido, el castillo con torres y puentes levadizos que no sólo ha alzado piedra por piedra, sino que encima ha defendido de malhechores y malvados dragones. "Nana... ¿y si te marchas y alguien destuye tu castillito?" Y no hablo de este blog ni de mí misma como individuo, no... hablo de mi vida diaria, de lo que pasa frente a mis ojos desde que los abro hasta que los cierro: Ese es mi Imperio. Es humilde, no tiene mucha población ni grandes extensiones de tierra, pero lo adoro con toda mi alma.

Hay una diferencia crucial entre el momento en que me marché al Sol Naciente y el de ahora: Cuando me fui hace ya casi tres años, deseaba desconectar del universo en el que vivía más que nada en el mundo. Quería dejar de ver cada día el mismo sitio que de alguna manera aborrecía, y deseaba conocer ambientes nuevos que me trajesen todo aquello que sabía que debía conocer. Ahora, en cambio... se trata de un cambio tajante e incisivo (que no indeseado, pues prevalece el ansia de aprender) en una rutina que quiero conservar. Ahora, querido diario... me costará un poco no mirar atrás.

Y entonces pienso... ¿De qué hay que asustarse? ¡Si yo misma construí los muros del castillo! Sé que no van a derrumbarse a la primera, ya me aseguré de ello. Y si por un casual se cayesen... los reharía aún mejores. Quizás todo lo que encuentre en esa pequeña isla tan alejada de esta ciudad me enseñe cosas con las que sentiré que no podría haber avanzado jamás... Y que renunciar a una experiencia así, como bien dije hace unos posts, nunca sería mi estilo. Porque, con hermosa rutina o sin ella y me creas o no, tú que me lees... soy la misma de siempre.

P.D: Siento si me he puesto demasiado filosófica hoy, tenía ganas de vomitar metáforas :P

sábado, 2 de enero de 2010

Libreta en blanco

¡Bueno! Estrenamos 2010. No hace falta decir eso de "feliz año nuevo a todos"...

AVISO: El siguiente texto no es más que un seguido de reflexiones tontas sin orden establecido.

Mi 2009 empezó sumamente mal (carrera que detestaba, añoranza japonesa, amistades trastocadas...) y terminó sumamente bien (gente MARAVILLOSA, un nuevo comienzo estudiantil y un nuevo hogar). ¡Mejor que nunca!, más bien dicho. La clave ha estado en quitarse pesos de encima (algunos muy GORDOS), en lugar de buscar añadir ese no-se-qué que pensamos que le falta a nuestra vida. Resumiendo... sintetizar, no complicar las cosas.

Este año va a ser un nuevo cambio. Supongo (aunque ya se sabe que nunca se puede suponer nada, porque la vida da muchas vueltas...) que se parecerá bastante al 2007: Un año que sabe a despedida. Seguramente todo lo que haga y diga lo haré con esa penita en el fondo del pecho, pensando en que vuelvo a marcharme.

Porque... ¡Taiwan! Qué agradable sorpresa el poder viajar de nuevo para quedarme a largo plazo. Adoro ese sentimiento, esa "purificación" de volver a empezar de cero en otra parte, por mucho que sepas que has de volver... Sí que me da miedo tener que volver a pasar por ese horroroso trance que es la readaptación una vez se vuelve a casa... pero espero que valga la pena.

Muchas cosas me quedan por vivir, muchas más por explicar. Espero contar con vosotros un año más.

Nana