sábado, 24 de enero de 2009

¡No montéis ese escándalo!


- ¿Os apetece un platito de Udon? Tengo un trabajillo de fines de semana en un restaurante, y igual nos hacen descuento y todo- dije, y a Masa casi se le salen los ojos.
- ¡Con el hambre que tengo! Sí, por Dios.
- Vale, pues quien quiera venir... que lo diga ahora o calle para siempre.

Fuimos ocho. Siete japoneses, bajitos, morenos y... japoneses; y yo.
Mi compañera de trabajo y mejor amiga de mi hermana y casi hermana adoptiva... me miró intrigadísima cuando entré por la puerta. Sostenía un bol en cada mano, y arqueó las dos cejas.
- ¿Pero qué clientela me traes hoy, Marta?
- Bueno... les traigo a recordar la comida de su país.
- ¿Y en qué idioma traigo las cartas?
- En castellano servirá.

Sí, bueno. De hecho aquél grupillo (y los que se quedaron sin venir), estaban en Barcelona por eso, por estudiar español. Aunque bueno, siendo como eran un grupo de amigos, todos del mismo país... bien poco habían hablado el idioma con nadie, por lo que entenderse en japonés era mucho más rápido y práctico para todos.
"Nana... cuando te conocimos, pensábamos que podríamos practicar español. Qué tontería". Me dijo en japonés. Ya, no es un misterio que la comodidad arrasa con todo.

- ¡Dios mío, tienen Kirin!- Uchiwa casi se echa a llorar de emoción. - ¡Kirin, por Dios! Aaah... ¡Kirin!- Dio unos respingos en el asiento.
- Tómate tres, verás que divertido - reí.
- Huy, no, que me emborracho.
- Por eso, idiota.- Me encogí de hombros.
- Te aseguro que no quieres ver a Uchiwa borracho...- Nori levantó la vista del menú. - Yo quiero Tenzaru. ¿Ya habéis decidido, todos?
- Sí.
Tenzaru, udon frío con tempura. ¡Pero qué mal gusto! Si había cosas bastante mejores. Bueno, quizá mejores para mí. Nunca me hubiese atrevido a discutirle a un japonés sobre lo mejor de la comida japonesa.

Y mi amiga-compañera-hermana (le llamaremos Bea), aparece con el cacharrito táctil de apuntar las órdenes y me lo da en mano.
- Apáñate tú.
Exquisita forma de no complicarse la vida.

Trajeron la comida ( y la Kirin), y comenzó el espectáculo.
Siete japoneses en un local de treinta metros cuadrados sorbiendo fideos con toda la dedicación puesta en hacer el mayor escándalo posible.
Sorbo, sorbo.
Y la gente mirando.
Y yo quería morirme de vergüenza.
"No les digas nada..."
Sorbo, sorbo.
"Déjalo, es cosa de su cultura..."
Sorbo, sorbo.
"Haz ver que no les oyes..."
Sorbo, sorbo.
- ¡Aaaah! ¡Por Dios, no montéis ese escándalo!- Levanté los brazos en alto.
Me miraron como si les hubiese clavado los palillos en el ojo.
- ¿Qué pasa?- Me dice uno, ya no recuerdo quién.
- ¿No os han contado lo de sorber los fideos?
- Sí... pero es que no sabemos comerlos de otra manera- Nori se encogió de hombros.
- Se pueden comer sin hacer ruido- asiento con seguridad.
- Claro, a bocados, pero... ¿Sorberlos? es imposible.
- No lo es, mira...- Me dispongo a sorber los míos en el silencio más absoluto, pero al notar siete pares de ojos clavados en mí, no puedo evitar echarme a reír a carcajadas. - Vale, vale... ahora sí- me centro un poco, y vuelvo a la carga.
Ni un solo ruidito.
- ¡Ooooh!- Y comienzan a aplaudir.
- ¡Dejáos de tonterías! ¿Veis como se puede hacer? Venga, intentadlo.
Y ahí fue lo mejor.
Uno lo intenta, y hace ruido. Me pide perdón y todo.
Uno lo intenta, muerde el fideo que se parte, cae de nuevo en la sopa y salpica por todas partes.
Otro lo intenta, pero al no lograrlo, pasa a empujarse los fideos en la boca con los palillos.
Etcétera, etcétera, etcétera.

- Venga ya, no puede ser que no podáis hacerlo...- Casi me echo las manos a la cabeza, conteniéndome la risa.
- Sólo sabemos sorberlos haciendo ruido. ¿O puedes sorberlos tú como nosotros?
- No sé...- Me dispongo a probarlo... y vuelvo a reírme a medio camino.
Al segundo intento, me propongo hacerlo en serio.
Pensé que sería tan sencillo como dejar la boca entreabierta y dejar pasar el aire. Pan comido.
O más bien, pan atragantado.
Porque cuando la bocanada de aire mezclada con los fideos quiso pasar por mi garganta, comencé a toser hasta temer por mi vida.
- Vale, vale, me rindo. Vosotros hacéis ruido y yo no. Todos contentos- Dije dándome golpecitos en el pecho, colorada como un tomate.
No paraban de reírse. No estaba muy segura de si conmigo o de mí.
- Estoy seguro que el tipo del puesto de ramen de delante de tu casa en Shinkoiwa se quedaba asombrado cuando sorbías los fideos sin hacer ruido- saltó Masa. - Se debía creer que eras extraterrestre, o algo.
- ¿Pero los japos no opináis eso de todos los gaijin, sorban con ruido o no?
Se encogió de hombros.
- Bah, puede ser.
- Mira que sois raritos...
- Pues anda que vosotros...
- Mira que no saber sorber unos fideos en silencio...
- Mira que no saber sorberlos haciendo ruido...
- No hay quien os entienda.
- Ni a vosotros.
- Pero ahí está la gracia, ¿no?
- Por supuesto.
- Por cierto... ¿Qué haces comiéndote la hoja menta decorativa del helado?
- ¡Siempre me la como! ¿Los españoles no?
- ¡Joder, no!