lunes, 23 de marzo de 2009

Sobre la Soledad

Los que no me conocen, normalmente hablan mal de mí.

Los que me conocen un poco, suelen decir que soy una persona sociable y extrovertida.

Y los que me conocen bien, saben que soy una persona cerrada, retorcida, algo maquiavélica y perturbadoramente amadora de la soledad absoluta.

Porque lo soy. Suelo confundir a los recién conocidos, me hablan de su desconcierto con mis no dos, sino cien caras. Posiblemente mi faceta sociable sea algo así como una armadura, una forma de parecer natural en un ambiente en el que estoy si no a disgusto, tampoco como en casa.

"¿Ya tienes novio?" me pregunta mi tía cada vez que me ve, me pellizca el moflete y me deja una marca de pintalabios en la piel.
"No, tita. Estoy muy bien sola".

Lo que ella no sabe es que hay más verdad en esa frase que en cualquier otra afirmación que pudiera hacer yo en mi vida. Diría que puedo afirmar eso con más seguridad que un "estoy viva"; podría gritar esa frase con más fuerza que un "todos moriremos algún día".

Tras haber sido obligada (literalmente) a leerle, me sorprende hallar en mí coincidencias con algunos puntos de vista de Enrique Vila-Matas, que en su Exploradores del abismo me dijo:

"Esconderse era el destino de todos esos amantes de la gloria solitaria, todos esos artistas que acabaron necesitando el aislamiento radical porque sabían que eso les aproximaba más al absurdo general de la existencia y a la soledad que tarde o temprano habría de llegarles a la hora de la muerte".

Puedo decir, con la misma seguridad que la frase que os he dicho un poco antes, que todo ser humano en cuyo interior exista un mínimo de capacidad de creación, ansia de conocimiento y de gusto por la introspección amará la soledad más que otra cosa en el mundo. Dicho así, lo sé, suena oscuro y casi malvado, pero posiblemente esa connotación negativa que la soledad ha adoptado no sea más que el fruto de un miedo inducido por la sociedad: Cuando los genios se encierran, nacen grandes creaciones.

Lamentablemente no nací genio, aunque tampoco del todo ignorante. Adoro estar sola tanto como adoro estar con los que más quiero. La soledad es necesaria para conocerse a uno mismo y para conocer al mundo. ¿Cómo vamos a mirar al exterior si no somos capaces de estar a solas con nosotros mismos? Bien cierto es que las personas más banales, superficiales, planas, insustanciales y comunes que he conocido en la vida siempre han respondido así a esta pregunta:

"¿A qué temes más en el mundo?"
"A la soledad".

¡Pobres inocentes! Decir que se teme a la soledad es como decir que se teme uno a sí mismo, a los pensamientos que surjan de su mente en esas horas de introspección que pueden (¡Dios no lo quiera para ellos!) hacerles crecer como personas.

Mis lectores, todos moriremos solos. Esa es una realidad que no puede ser negada de ninguna forma. ¿Si cuando ese momento llegue vamos a estar solos sin remedio para toda la eternidad, por qué no comenzar por conocernos a nosotros mismos? Dedicad un tiempo para vuestro propio ser cada día, y hallaréis más placer en la compañía, y menos temor en la soledad.

Faltan cuatro días para mi clausura de Semana Santa. Necesito estar sola. Mi yo me necesita; dice que con tanto examen me echa de menos.




NOTA: Hay un post nuevo publicado en fecha 6/03/09 (dos post atrás). Comencé el borrador en esa fecha y se ha publicado en ese apartado.