domingo, 9 de agosto de 2009

Mar de tierra

Pasa que nací en un lugar en el que, para mí, el fin de la tierra se dibujaba con playas. El gigante azul se extendía hasta el infinito.

"Aquí se acaba la ciudad, la tierra, el país". Pensaba siempre con el agua de las olas hasta los tobillos.

Pero al llegar aquí, al ver que la línea azul no está por ninguna parte, al ver que el único mar que diviso es el infinito amarillo de los prados, pienso... ¿No será que hay mil mundos en este planeta? ¿No será que podemos vivir de muchas formas diferentes?

Amo el mar con toda mi alma, pero... ¿Y si no lo amara? Podría acostumbrarme a vivir entre los campos del color del Sol.

Y con esto me di cuenta, al fin, definitiva e irreversiblemente de la respuesta que tanto andaba buscando. En algún momento, el terroso suelo de las praderas me dijo:

Si algo no te gusta, si no tiene arreglo... no intentes enmendarlo, sencillamente tíralo. Vive la vida que te gusta, no la que crees que deberías aguantar.


Sí, amo el mar, pero también existen los prados infinitos, y... ¿Sabes qué? También son preciosos, tanto como el océano.




Me pregunto si existe mucha gente que nunca haya visto el mar. ¿Cómo se lo imaginarán?