jueves, 2 de abril de 2009

Fuera de lugar

Hoy voy a haceros una confesión.


Comencé estudiando la carrera que hago ahora (Traducción e Interpretación) porque me gustó el objetivo que perseguía (o que creí que perseguía) esa titulación. ¡Poder ser traductora! Poder traducir libros del japonés y ser capaz de hacéroslos llegar a todos vosotros me parecía más que maravilloso.

Pero actualmente me encuentro perdida. No es sólo el hecho de estar perdida en sí, es también el hecho de que nunca me había sentido así, siempre había visto las cosas claras, pero ahora mi mundo se tambalea.

Lo que parecía ser un lugar en el que me iban a enseñar a comprender, a aprender a descifrar y a adaptar la realidad con palabras escritas ha resultado ser una mina de desengaños, una carrera fría y mecánica que sólo me ha traído hasta hoy dolores de cabeza. Ni siquiera me enseñan japonés, sino que me inculcan el francés, lengua que siempre he detestado, y me obligan a escribir en catalán, lengua con la que jamás he logrado identificarme.

Hasta ahora mi vida había sido un cúmulo de éxitos, una perfecta sucesión de hechos que me han llevado... ¿A esto? ¿A una universidad quirúrgica, fría, catalanista hasta el extremo y creadora de pseudotraductores clónicos?

Desde hace unos meses, no hay día en que me levante para ir a la facultad y no piense: No, así no.

Estoy fuera de lugar. Recuerdo ese Día (¡El mítico día en que empezó la decadencia!) en que mi profesora de castellano sostenía una de mis redacciones en la mano. Hacía muecas con la cara y ladeaba la cabeza:

"Es que... Marta... no sé.. escribes... escribes raro".


Escribo raro. ¡Profesora, ese es mi mayor orgullo! Y que a una catedrática le parezca raro es casi una satisfacción. No busco parecer más inteligente que nadie en mis escritos, no escribo para intelectuales ni para personas como usted, sino que escribo por el pueblo y para el pueblo. ¡Esa es mi rareza, viva con ella! No vivo por los libros, sino con los libros. Mi meta no es la sabiduría absoluta, ni la cátedra ni el honoris causa:

Mi meta es llegar al corazón de las personas. Dígame, profesora... ¿Tiene usted corazón?

He suspendido castellano. Buscan convertirme en alguien distinto, en lo que ellos quieren que sea, y yo, ya... ya casi no sé quién soy.

Os pido auxilio, lectores míos... Pido auxilio al mundo por primera vez en mi existencia. ¿Qué, qué se supone que debo hacer ahora?