lunes, 27 de octubre de 2008

Otra historieta

Recuerdo aquél día. Ya no sé si era un domingo, un miércoles o un lunes; si era Marzo o era Junio, pero lo recuerdo de todos modos.

Paseaba por una de aquellas calles de Tokio con mucha gente y misteriosamente ninguna acera, en la que la gente no choca entre sí, no sé si por práctica o por frialdad… pero qué más da; el caso es que paseaba por ésta. Bueno, no diría bien bien pasear, pues iba algo apresurada para encontrarme con mi amiga Ami.

Me esperaba con uno de sus clásicos jerséis-vestido extra anchos y sus zapatillas converse desgastadas; una de color amarillo y la otra de color verde, a conjunto con la ropa. Tan pequeñita y encantadora como siempre me alzaba así la mano como… saludando, ya me entendéis.

Recordé entonces el día en que me dijo que a ella todos los occidentales le parecían iguales y que no me ofendiera al confesarme que le costaría reconocerme si me tiraran a una caja llena de occidentales (y digo caja porque fue el fabuloso ejemplo que me puso, no por otra cosa). Creo que aquél día al verla, pensé que quizá me saludaba de lejos con tanto esmero para convencerse que yo sí la reconocería a ella aún estando rodeada de japoneses, no fuese a ser que el fenómeno se diese también a la inversa.

Habíamos quedado en una plaza de un sitio no-tan-concurrido dentro de lo que cabe esperar de la bulliciosa (estresante) Tokio. Si había algo que me preguntaba en mis meses allí era de dónde demonios salía tanta gente; y de hecho ahora cuando camino por mi amada Barcelona a veces me da la sensación de que somos pocos, que la calle está desaprovechada. “Oh, Dios mío, puedo ver el suelo… que desperdicio, aquí aún cabrían cincuenta más”. Pero bueno, olvidémoslo.

El caso es que al llegar a la placita y saludar a mi amiga debidamente (sin mucho contacto físico, por supuesto), vi que había en un rincón de la susodicha plaza… un cercado de madera. Así, como si nada.

Un cercadillo de madera que me recordó irremediablemente a aquellos del zoológico donde tienen a las cabras para que los niños se metan a emmerdarse como cerdos y salir apestando a oveja, o cabra… o a lo que fuese. Lo curioso era que en aquél cercado no había cabras; había sólo niños. Niños sin cabras.

“Dios mío, una nueva anécdota depravada de los japoneses que contar a la vuelta… ¡Meten a los niños en corrales! A mis amigos de Barcelona les va a encantar”, pensé; pero no. Para mi desgracia no era algo tan interesante.

Al decirle a Ami algo así como “¿Pero qué coño es eso?” y acercarme, vi que jugaban con… escarabajos. Estaban metidos en el cercado haciendo lo que parecían batallas de nada menos que de escarabajos. Unos bichos negros enormes y repulsivos con muchas patas y cuernos… Una gozada, vamos.

Ami no tardó en colocarse a mi lado. “Pero qué… ¡asco!” exclamé horrorizada. Los niños con las manos en saturación máxima de roña por centímetro cuadrado de piel, se revolcaban por el suelo y gritaban como energúmenos para animar a sus escarabajitos, que tenían nombre y todo.

Mi amiga me miró como si hubiese dicho una blasfemia o algo así. “¿Asco? Si solo son escarabajos, no son nada asquerosos”, me dijo muy convencida. “No, no son asquerosos, son terroríficos y repulsivos. No acercaba yo la mano a uno de ésos ni loca”.

Pareció divertirle mi comentario.

“¿No hacen los niños españoles peleas de escarabajos?” Me preguntó alegre, para oír a continuación mi “¡Dios santo, no!”. Me preguntó entonces que qué hacían entonces los niños españoles, porque ya veis, si no hacen peleas de escarabajos… ¿Qué les queda por hacer en la vida? Y su respuesta le horrorizó tanto como a mí la visión que estaba teniendo. “Si de bichos se trata… suelen coleccionar gusanos de seda… y tal”.

Me miró blanca como el papel y echándose la mano a la boca con su risa tan propia me dijo “¡Eso sí es asqueroso! ¿Gusanos de seda? ¡Puaj! ¿Pero cómo no les da reparo tocarlos?”

Le miré de reojo con la cara enfocando todavía a los niños gritones encercados y, con una risa irónica, me limité a decir…

“Ami, creo que nunca encajaremos”.

A lo que ella se limitó a responder, encogiéndose de hombros:

“¿Qué tendría todo esto de divertido si fuese así?”

domingo, 19 de octubre de 2008

ことわざ - Dichos

Creo que voy a abrir una sección de dichos populares japoneses, pues creo que quizá os resulten más constructivos que los Haiku. Os dejo el primero de todos, el invitado de honor, pues creo que es un mensaje de fe que me encanta.

豚もおだてりゃ木に登る
Buta mo odaterya ki ni noboru

Incluso los cerdos, si son adulados, suben a los árboles.


Moraleja, señores míos: No hay nada imposible si cuentas con apoyo.

sábado, 18 de octubre de 2008

Conclusión del trabajo

Si hay algo a lo que los lectores de éste blog van a tener que acostumbrarse... es a éstas dos cosas:

1- A que no actualice con tanta frecuencia... Lo siento, mi rutina no da para mucho más.

2- A darse cuenta de que esto no es una bitácora destinada a saciar la sed de conocimientos sobre Japón de algunos futuros viajeros, pues mi visión es muy personal, y blogs de "foto y curiosidad" hay miles de millones, y miles de millones de veces más completos que éste.

Y me encanta ver que habéis entendido las dos cosas. Me gusta especialmente que haya comentarios como el de María, que hablan de que les ha gustado mi visión de las cosas en mi estilo de los últimos meses mucho más que cuando comencé como "Un blog más de una expatriada en Japón". Eso sí, el título de ésta bitácora se queda igual, pues ya me he acomodado a él.

Pues bien, el trabajo terminó con una conclusión muy distante de mis expectativas y posiblemente de las vuestras también, pero para bien. Esperaba encontrar mi reflejo en las personas que fuese a conocer (incluso en el sentido de hallar mi imagen invertida incluso), pero no fue así.

Eso me hizo darme cuenta de algo. ¿Cómo iba a esperar encontrarme a gente en la misma situación que viví yo en mi año en el extranjero, si Japón y España son lugares TAN diferentes?
El enfoque debe ser distinto, lo es, ha de serlo. Entré a la clase para encontrarme con gente de todos los países. "¿Y entrevistarás a algún japonés?", me preguntaron días antes. "Eso será si encuentro a alguno", fue mi respuesta.

Y no fue el caso.

Si alguien hubiese entrado a mi escuela de japonés cuando estudiaba en Tokyo, se habrían encontrado con un porcentaje masivo de asiáticos e irrisorio de "todo lo demás", que en respuesta a vuestra pregunta "¿Por qué estáis estudiando aquí?, os habrían respondido cosas como:

- Para ser traductor (como la presente).
- Porque estudio ciencias económicas.
- Porque tengo que pasar unos años en Japón (normalmente entre 3 y 5) por motivos de trabajo.
- Porque he estudiado japonés en la universidad y vengo a perfeccionarlo.
- Porque me gusta el idioma y lo estudio por afición.

Todos, o por lo menos el 90 por ciento de la gente estaba allí en calidad de "estancia temporal", muy pocos tenían intención de quedarse en el sol naciente a vivir por siempre.

Cuando entré en aquella aula la semana pasada, hallé rostros de todos los rincones del planeta. Desde Rusia hasta Bolivia, pasando por Holanda, Marruecos, Francia, Brasil, Polonia... Y sus respuestas a la misma pregunta fueron muy, muy distintas:

- Porque me exigen tener un buen nivel del idioma en mi trabajo para que me dejen quedarme como empleado fijo.
- Porque mi marido/mujer es español y quiero tener buena comunicación con él.
- Porque quiero entrar a un Ciclo Formativo de Grado Superior de Enfermería y dedicarme a ello.
- Porque necesito saber muy bien el idioma para poder gestionar mi propia tienda.

¿Os suenan estas respuestas a estancia temporal? Ya comenzamos con un enfoque totalmente distinto, personas de distintas nacionalidades con objetivos muy alejados de los residentes temporales de Japón. ¿Qué sucede aquí?

Saltemos a otra pregunta que creo que bastará para que entendáis a lo que me refiero. Si en mi escuela de Tokyo hubieseis preguntado algo como: "¿En qué clase de sitio vivís, y qué os parece la vida en Tokyo?", las respuestas sin duda serían:

- Vivo en una residencia de estudiantes, y creo que vivir en Tokyo y entablar amistad con japoneses es algo complicado, menos todavía si no hablas su idioma.
- Vivo en una casa de huéspedes para gente de mi país (China), y hablamos y nos relacionamos entre nosotros todo el tiempo, por lo que tengo poco contacto con los nativos.
- Vivo en un apartamento, lo comparto con tres estudiantes extranjeros. Tengo un trabajo, aunque es en un restaurante de cocina de mi país.
- Alquilo una habitación a una familia japonesa al modo Homestay, aunque tengo poco contacto con ellos, por lo general.

En mi entrevista hace unos días, recibí respuestas como:

- Vivo con mi hermano/padres, vivimos en familia en un piso en Barcelona. Yo llegué hace poco, pero los demás llevaban ya años aquí. Tenemos un negocio.
- Vivo de alquiler, pero estoy pensando en comprarme una casa para invertir un poco el dinero, aunque las cosas están bastante mal. De momento trabajo a tiempo parcial, pero me gustaría encontrar un empleo fijo y a tiempo completo.
- Vivo con mi marido/mujer en un pisito. El/ella es español/a; trabajamos juntos.
- Comparto piso de estudiantes (en la universidad) con gente de todas partes, desde el extranjero hasta personas de otras partes de España. No trabajo, porque me empleo en los estudios de momento.

¡Inocente de mí al pensar que encontraría un perfil semejante al mío en dos países tan dispares! Espero que éstas respuestas os hagan plantearos qué clase de lugares son Japón y España, que penséis en qué resulta cada uno desde el punto de vista de los extranjeros. Pensad si hay alguno de vosotros que esté estudiando japonés por necesidad, o si su afán por ir a aquél país no deriva más que de una afición o simpatía por la cultura.

Planteaos ahora cuánta gente estudia nuestro idioma por necesidad, cuanta gente quiere venir aquí para quedarse, y cuán insignificante (aunque existente, tengámoslo en cuenta) es el número de personas que vienen a quedarse por gusto o pos interés cultural; y no por una búsqueda de un lugar para vivir.

Entonces me planteo... ¿Qué ocurre?, ¿Por qué España y Japón tienen perfiles tan distintos? Si sí es cierto que éste último también tiene inmigración (sobre todo de países del sudeste asiático), la magnitud de ésta es insignificante respecto a la española. ¿Qué tiene Japón para haberse convertido en un lugar de paso, y no el hogar de personas de todo el mundo? ¿Qué ocurre, dónde está la diferencia?




jueves, 2 de octubre de 2008

Nueva etapa, nuevo proyecto.

Últimamente sentía (y sabía) que tenía poca cosa que contar, pero de repente hoy me ha apetecido hablar de la nueva "etapa" que inicio en mi vida.

Sí, una "nueva etapa" es el título que le ponemos la gente a lo que viene después de que algo gordo se haya terminado y no sepamos cómo hacernos a la idea de que los años pasan sin que los controlemos. Decir que inicias una nueva etapa es una forma azucarada de decir que te haces viejo.

Y yo no es que me considere vieja (no soy tan estúpida), pero ando escasa de imaginación y no concibo otra palabra que "nueva etapa" para definir lo que me envuelve. Así pues:

He empezado la universidad, Facultad de Traducción e Interpretación en un lugar soleado, concurrido, hermoso y acogedor. Sé que eso transmite una imagen totalmente opuesta de lo que nos sugiere una facultad... Pero soy una tía con suerte, o como suele decir alguien a quien haré honor, "nací con una flor en el culo".

Y para más culo floreado todavía, bajó un santo del cielo que con un golpe de varita (por que los santos llevan varita, todo el mundo lo sabe); hizo que me tocara plaza en la inaccesible Escuela Oficial de Idiomas de Barcelona, donde continúo con mi humilde japonesito por cuatro duros de ná.

Y bueno; os vengo a presentar el próximo proyectito que tengo en mente cuyo seguimiento haré a través de éste blog; como estudiante de traducción mi tarea es comprender lo que me rodea y traducirlo a oídos de otra sintonía, de manera que lo más inimaginable pueda llegar a entrar en sus ajenos cerebritos; así que me han encargado un interesante trabajo:

Tengo que integrarme en un lugar en el que no haya estado nunca, describirlo y analizarlo a nivel antropológico.

Y personalmente he decidido integrarme en lo que son mis alter ego de Barcelona, he decidido investigar sobre los estudiantes extranjeros que viven en la Ciudad Condal.
Cómo viven, en qué lugares se hospedan; de qué manera estudian, cómo es una clase de español para extranjeros, qué clase de trabajos hacen, cómo se integran (o no) en la cultura española y si llegan a hacer amigos nativos, qué sienten al vivir aquí... etc etc.

Así pues, a partir de ahora y hasta el día 12 de Octubre os iré escribiendo las fases de mi análisis, y así podáis ver la "otra cara"; cómo se siente un estudiante extranjero en nuestra propia ciudad; cuando los papeles se intercambian y los "aliens" pasamos a ser nosotros.

Quién sabe, si encuentro comentarios constructivos también podré añadirlos al trabajo ;)