miércoles, 8 de abril de 2009

Reaccionando

No tengo palabras para agradecer el inmenso apoyo que he recibido de todos vosotros estos días. Los que me comentasteis en el post anterior, los que me habéis escrito correos electrónicos, los amigos que me han dedicado su tiempo y la familia que me ha dado su apoyo.

Han sido unos días complicados. Me levantaba algunas mañanas y pensaba "¡Al cuerno con la carrera!" y otros días en que me decía "Continúa y no te rindas". Supongo que al leer estas dos frases, si tenéis en cuenta mi forma de ser... os podréis hacer una idea de qué decisión he tomado.

Voy a continuar. Soy consciente de que no necesito ese título universitario, y estoy perfectamente de acuerdo con las opiniones que me habéis dado. "Si no te gusta, no sigas". Bien, eso es cierto... pero no es que no me guste el objetivo de la carrera, sino que no me gusta la forma en la que me enseñan. "Me gusta el qué dice, pero no el cómo lo dice", por poner otro ejemplo. Si algún día vuelvo a desanimarme, pensaré que esto no es más que una etapa, un paso necesario para llegar a la meta final, el tramo cuesta arriba de la maratón.

Me quedo porque veo en la universidad un abanico de posibilidades de pasar temporadas en el extranjero de forma rápida y barata (véase Arizona) y aprender de los intercambios y las experiencias que pueda brindarme este período.

Me quedo porque, pensándolo fríamente, debo reconocer que he aprendido muchísimo en este poco tiempo. No todo es agradable, no todo lo hago a gusto... ¿Pero acaso hay algún trabajo o carrera en la vida que sea cien por cien placentero?

Pese a todo, no dejaré de ser yo misma. Si mi profesora de castellano está dispuesta a ponerme notas mediocres porque "escribo raro", dejaré que me las ponga. Seguiré escribiendo raro hasta el día en que me muera, le guste o no le guste. Mis traducciones serán mías y mi forma de escribir también. Puede que me cueste horrores sacar buenas notas por ello, o puede que acabe hallando alguna aceptación entre los profesores. ¡Quién sabe!

Pero me quedo porque quiero volver a Tokio. Quisiera hacer el máster allí, y bien es sabido que para hacer un máster se necesita una carrera. Aguantaré este tiempo, no me dejaré vencer... y si veo que en segundo año se me presenta la posibilidad de cambiar de especialidad con el segundo ciclo... que así sea.

Respecto al japonés... yo lo aprendí en la calle, y es en la calle donde quiero seguir aprendiéndolo. Si voy ahora a clase es para mantenerlo vivo en mi memoria, hasta el día en que pueda volver a pisar el Sol Naciente. Pese a que pueda sonar altivo, no creo que en el nivel inicial de japonés que enseñan en la universidad pueda enseñarme algo nuevo. Empiezan desde el "Konnichiwa", y conozco a gente graduada desde hace años en la facultad de traducción y especializados en lengua japonesa que actualmente van conmigo a clase. "Si quieres ir a la Universidad Autónoma, no vayas para hacer japonés, ves porque te da la gana y punto". Esas fueron las sabias palabras de uno de ellos.

Resumiendo... la universidad será para mí un salvoconducto, una etapa necesaria para llegar a algo más grande y más satisfactorio. Si puedo atenuar el espinoso período con intercambios y Erasmus a "porrillo"... que así sea, y mi inglés lo agradecerá.

Me han puesto de rodillas, pero me levanto. ¡No podrán conmigo ni con mis letras! Y no dejaré de ser yo misma por mucho que les desagrade.

Sólo escalando el frío y escarpado Everest se puede estar más cerca del cielo.