viernes, 23 de mayo de 2008

Último tren

Sigo viva! Aunque ocupada. No panda el cúnico (que no es que cunda el pánico) que no abandono esto, señores.

Ahora que por fin llegó el buen tiempo, cálido pero agradable, y se puede ir en manga corta por la calle, se acerca la temporada de lluvias (Tsuyu). Cuando ésta pase, dejara como regalo el calor abrasador del verano japonés. Si esque esta gente no tiene punto intermedio...

Hoy he vuelto de trabajar con el último tren. Siempre vuelvo de trabajar con el último tren.
Es curioso, ése tren es diferente a los demás. Tiene una atmósfera diferente.
Cuando cojo el tren de la mañana, como tantas veces he descrito, se respira ese ambiente de "me acabo de levantar, tengo sueño pero me tengo que ir a trabajar". Es una atmósfera entre frustración, cansancio y cabreo, sumida en un silencio abrumador.
El último tren es sin embargo el de la gente que vuelve a casa, ya sea del trabajo, de fiesta, de donde sea. Los hay que caen dormidos al instante, los hay que parlotean entre ellos, los hay que intentan aguantarse de pie pese a la borrachera...
Y de borracheras voy a hablar.
No mías, precisamente. Todo el que me conozca sabrá que conseguir que una copa de alcohol entre en mi cuerpo es difícil, muy difícil; y cada vez me vuelvo más intolerante a esa bebida.
Os voy a hablar de borracheras ajenas, que son siempre más divertidas.
Un día volviendo del trabajo, el último tren estaba inusualmente vacío, y por obra y gracia de dios había... ¡asientos libres y todo!
Me senté corriendo (cuando llevas 11 horas trabajando te importa un pimiento lo de ponerte a mirar a ver si hay alguna pobre abuelita a quien cederle el sitio... además, NUNCA hay abuelas en el último tren; es un misterio). A mi lado se sentó un hombre de pasados 40, que apestaba a cerveza y se durmió abrazado a una guitarra, envuelta en una funda horrorosa de estampados de color marrón.
En uno de esos meneos bruscos tan típicos de los trenes, me hizo gracia ver que al hombre se le cayó la guitarra al suelo, montando un escándalo que todos los del tren dimos un salto... menos él, que siguió durmiendo plácidamente.
Cuando llegó a su parada, se despertó gracias al chip incrustado en el cerebro que tienen todos los japoneses para despertarse dos segundos antes de llegar a su parada, sin importar lo borrachos o profundamente dormidos que estén.
Pero se fue como los burros (osease, de golpe y directo), dejando la guitarra tirada en el suelo.
Yo le grité: ¡Oye, te dejas la guitarra!
Se giró como si le hubiese insultado, y me contestó gruñendo: Yo no la quiero, ya. Te la puedes quedar.

Y éste es mi bonito recuerdo de ése día:


No sé tocar la guitarra, nunca he sabido, y a pesar de que conservo la esperanza de aprender algún día, no sé si mi paciencia me lo permitiría. Sin embargo éste trasto se ha vuelto un objeto valioso para mí. Me dice muchas cosas y a la vez nada. Cada vez que la miro, me pregunto qué clase de persona era su dueño (al que no pude conocer muy profundamente que se diga). Me pregunto hasta qué punto sabría tocarla, cuántos años hacía que la tenía, si la compró o se la regalaron...
Huele a viejo, y tiene una pegatina en el interior que pone "Fabricada en Nagoya por G.Yamada".
¿Acaso su dueño vivía en Nagoya? ¿Qué hacía en Tokyo? Y lo más importante... ¿Hasta qué punto estará arrepintiéndose ahora de haberme dado su guitarra con tanto desinterés?
Cada vez que la miro, metida en su funda horrible (que he preferido no fotografiar) me pregunto todas ésas cosas. Sé que nunca las llegaré a saber, supongo que es por eso que le he tomado cariño a mi nuevo juguetito. Es un misterio para mí en todos sus aspectos. Siempre esta ahí, apoyada en la pared, como si me observara, y siento que si pudiese hablar tendría tantas cosas que contarme...
Recuerdo que ése hombre no me dijo "No la quiero"; sinó "Ya no la quiero". ¿Qué sucedió para que quisiera deshacerse de ella?
Desde luego ése día cuando subí al último tren nunca esperé que llegaría a casa con semejante cosa entre mis manos. Sin embargo, llamadme soñadora tonta, pero creo que conseguir algo así debe tener algo que ver con éso que llaman destino. Quizá aprender a tocarla sea algo prioritario para mi vida, y yo hasta ahora sin saberlo.

10 comentarios:

Kamugo dijo...

Comprate una eléctrica, que mola más! ajajaja

ferran_bdn dijo...

potser és el destí... o potser és una guitarra maleïda! si anava borratxo potser és que estava fart del que li estava tocant viure des que aquesta guitarra va entrar a la seva vida i no volia patir més.

clar, que potser simplement és que era un músic borratxot que portava una turca im-presionante i no sabia què feia.

nunainbarcelona dijo...

Te ha kedado muy bonita la historia de la guitarra, te estas volviendo una romántica, pero cuentas muy bien las cosas y da gusto leerlas, felicidades.
Y quizá sea el destino y tengas k aprender a tocarla, de todas formas ya se ha convertido en el souvenir más raro k te traerás de Japón.

Besitos

Unknown dijo...

Que suerte!... subir al tren y que te regalen una guitarra... cuantos pueden decir lo mismo?
A mi esposo le regalaron una electrica y nunca aprendio a tocarla, pero esta en casa, tal vez tengamos alguna vez un hijo que la quiera usar... (perdoname la falta de tildes, estoy en modo mendokusai...)

El oficio de profeta es el oficio del poeta. dijo...

Tienes una forma de escribir la metáfora muy agradable. Te felicito, a tu edad hay muchos reporteros y muchos que visitan tu página y se quedan pasmados con lo que tu haces, yo alabo el haberte encontrado. Al final de todo te sugiero que aprendas a tocarla. Yo tuve la fortuna de trabajar para la NHK por el hecho de conocer la vida y obra del mas grande de los guitarristas que ha dado España Andres Segovia. Cuando llegó a Japón me invitaron, pagándome, para entrevistar al maestro de maestros de la guitarra. Conocía su obra y para mí era fácil. Lo primero que le pregunté fue ¿maestro porque nunca tocó "El Concierto de Aranjuez"? Se quedó callado, casi medio minuto y me contestó. Porque nunca tuve la templanza para poder tocar algo tan bien escrito por un invidente. Esa obra mágica escrita por un hombre que me enseñó a mi a ser cuidadoso con lo que toco, pero no tuve el valor de tocar "El Concierto de Aranjuez" para no verme en la necesidad de tocar una obra perfecta y que me equivocara en el sonido".
Te sugiero que escuches el Concierto de Aranjuez antes de pulsar esa guitarra, antes de aprenderla a tocar, porque es un regalo infernal en el último tren. Esa metáfora la logra plasmar Plablo Picasso, escoge su pintura y la escribe sostenida en el cielo y el diablo tratando de alcanzarla para poderla tocar. Esa pintura te puede dar la métrica de la imaginación. Que no sería el diablo que te regaló ese instrumento para convertirte en la mejor interprete en el exilio con una guitarra hecha en Nagoya. Allí hay concursos para interpretes de guitarra y por lo regular su participación es de las mejores en el mundo. Hay un programa internacional sobre guitarra que se llama "La Guitarra en el Mundo" y en el concurso internacional de interpretes de guitarra, se presentan en Japón los mejores participantes y como es un mundo de bohemios y los japoneses son tan emotivos. Quizá esa guitarra mágica que tu tienes, es de algún gran intérprete que perdió el concurso esa noche. Ya tienes un tema para historia de guitarras, pero no hagas esto, dejarla colgada.
GUITARRA
Esa guitarra
que se quedó colgada
esperando
que mis manos
aprendieran
a tocarle
a rasgarle
el alma
las notas
de cuerdas
... y madera
se lleno
de polvo
de tristezas
de nostalgias
de recuerdos
esa guitarra
se fue volviendo
silenciosa
muda
olvidada.
Hasta que llegaron
tus manos
... y cantaste
tus versos
en una tarde
por una tarde
de corazón
de otoño
en el otoño.
He pensado
que la noche
... y la luna
nacieron
el día
que sonreiste
lo mismo
que el viento
... y el tiempo
en una noche de luna
bajo la lluvia
de las últimas hojas
como última hoja
del otoño
que se fue
en las notas
de la guitarra
que se desprendieron
de tu alma.
Moieva
Ese último tren me tocó tomarlo para llegar a mi casa donde mi obacha me esperaba por la noche. Allí en el Café Miro, allí cerca de Ochanomisu, cerca de un pachinco donde el Café Miró está dedicado a un gran pintor Miró. Haber cuando tienes tiempo para ir a saludar a mi obacha. Cuando yo regresaba encontraba muchos borrachos el día viernes. Ese día tiene mucha trascendencia para ellos. El Jefe de la Oficina los invita a emborracharse y quizá hasta le peguen, pero no se acuerdan. Algunos se acuestan a descansar la mona y a veces tiene uno que soportar la naucea, el vómito, la guacara, se les olvida toda la rigidéz porque se fugan con muy poco alcohol, se emborrachan. Y es que el sake se toma caliente y con mucha cortesía. y al darles el aire del ultimo tren se marean mas de la cuenta. Tal vez si lo has visto. Guacara. Que bueno que te regalaron esa guitarra. Aprovechala.

ValhallaGate dijo...

Dios, k historia mas curiosa :D digna de una novela o de una pelikula :) la guitarra parece no estar mal conservada ... asi k ya sabes, solo te faltan las ganas y el tiempo pa ponerte con ella :)
No has pensando en poner un cartelito ( aunke dudo k este permitido ) en el metro donde viste a el señor, con todas esas incognitas/preguntas k te haces hacerca de tu guitarra ??? Asi podrias terminar de contar la historia :)

Anónimo dijo...

¿Nunca te ha regalado nada nadie a quien hayas odiado posteriormente?¿Nunca has vivido algo junto a algo que después se haya tornado en malos recuerdos?
¿Nunca decidiste que llegó el momento de decir adiós a ese algo?

Lupin dijo...

Mira haber si tiene una Micro-camara incrustada en algun lado... quizas ese hombre ebrio era un Espia internacional y ahora te observa, mientras escribes parrafadas ingentes en tu Blog!
xDDD

Ahora fuera de coña... nadie da, tira o vende una Guitarra asi porque si. Y mas viendo la Funda de la Guitarra que esta hecha polvo(segun tu, no la he visto). Yo soy incapaz de tirar mis tablas de Skate... las guardo todas desde q empeze a patinar o guardo la mitad o un cacho de las que he partido y mis guitarras... seria incapaz de desecharlas de tal manera!!

(x) dijo...

Vaya historia mas curiosa.. :) Yo no creo en el destino, pero tampoco en las casualidades, a saber porque has acabado con una guitarra entre tus manos.
En la semana que estuve en Tokyo cogí varias veces el último metro y el último tren.. pero también el primer metro, donde pude contemplar que las borracheras que no pillan el último tren cogen el primero del dia siguiente :)
Interesante pais.. ya tengo ganas de volver, pero ni loco en agosto como la última vez, g g
Saludos!

Unknown dijo...

¿Y si haces una historia sobre esa guitarra? ¿O sobre por qué ese hombre no la quería? Podría ser interesante (léase: conmovedora, emocionante, triste o alguna otra cosa)