Hoy vamos a aclarar algunas dudas y destruír algunos mitos.
Ya dije en
este post que hablaría de esta singular palabra en algún momento. Pues hoy es el día.
Pero como escribir un artículo a lo enciclopedia no sería para nada mi estilo, lo haré a mi manera,
contandoos un cuento =D
Érase una vez...
Yuka estudiaba con su pequeña coronilla iluminada, encajada bajo la amarillenta lámpara sobre la mesa del comedor. Las piernas bajo la mantita del brasero, escribía una y mil veces las mismas palabras en su cuaderno.
- Mamá, ¿Me preguntas la lección?- Preguntó tras un largo silencio. Su madre, sentada sobre el tatami y apoyando la espalda contra la pared, desvió la mirada del televisor para mirarla de reojo.
- ¿De qué, cielo?
- De Kanji.
Qué remedio. Para una niña de primaria, aprender todos los kanji básicos era algo complicado si no contaba con la ayuda de un adulto. La joven madre sólo tuvo que arrastrarse unos metros para llegar hasta su hija; ni siquiera tuvo que levantarse. En un comedor como aquél, que parecía una pequeña caja de cerillas repleta de muchas, muchas cosas por todas partes, no hacía falta moverse mucho para alcanzar cualquier cosa.
- ¡Oh! Este kanji es muy bonito.
Kami, Dios. ¿No te gusta, Yuka?- Preguntó con entusiasmo, sosteniendo el cuaderno repleto de aquellos temblorosos tracitos que su hija había alineado con torpeza.
- Es bonito, sí - asintió la pequeña, pese a que no le parecía, en un principio, que existiesen kanji más hermosos que otros. Tampoco tenía muy claro si su madre se estaba refiriendo a la forma o al significado del carácter, pero prefirió no insistir. - ¿Me preguntas los derivados?
- Claro, a ver... ¿Este? Señaló al que significaba "templo", que contenía el kanji de Dios en su composición.
-
Jinja.Su madre asintió con satisfacción. Señaló al de al lado.
- ¿Y este?
Yuka miró con atención aquellos dos carácteres. Era el de Dios,
Kami, y el de viento. Unidos de aquella forma, por lógica, la lectura debía variar a...
-
Shinpuu.Su madre sonrió.
- Shinpuu... ¿Eh? Bueno, no puedo decir que esté mal...
Yuka se asustó. ¿Se había equivocado?
- ¿Lo he dicho mal?- Preguntó decepcionada.
- No, no, cielo. De hecho, está bien. Pero en este caso... se lee
Kamikaze.
Yuuka frunció el ceño.
- Es una forma rara de leerlo...
- Sí- rió mamá- es que esta forma de lectura no la inventamos los japoneses, sino que la crearon los extranjeros, ¿sabes? ya se sabe que no se les da muy bien eso del kanji...
Yuka se rió entre dientes.
- Ya. Pero... no sabía que
kamikaze se escribiese con estos dos caracteres. Es como... muy bonito.
"Viento divino". Para lo que ella tenía entendido que significaba la palabra
kamikaze, "viento divino" era, sencillamente, una combinación de carácteres demasiado bonita. No entendía mucho del tema, pero en películas americanas había visto a las flotas "kamikaze" de su país, que estrellaban los aviones contra los barcos... y en clase de historia todavía no le habían hablado del tema. Para ella, kamikaze era una palabra que le recordaba a la guerra, a las bombas y a los aviones de combate. No entendía por qué unos kanji tan bonitos como el de Dios y el de viento podían formar una palabra así.
- Verás... es que según la historia, el
shinpuu o
kamikaze fue, en su tiempo, un viento divino que salvó al país de la destrucción- quiso explicar la joven madre, pero solo logró motivar una cara de póquer en el rostro su hija. - Verás... ¿Conoces Mongolia, verdad?
- Claro- respondió Yuka algo ofendida.
- Pues hace muchos, muchos años, cuando Mongolia tenía un gran poder militar, su gobernante, el
Kublai Khan, decidió invadir Japón enviando una flota enooorme de barcos para atacar el país- comenzó a explicar, alzando los brazos en alto a la vez que decía "enooorme".
- ¿Y qué pasó con Japón?- Preguntó preocupada la niña.
- Pues los japoneses esperaban la llegada de los barcos muy asustados, porque en ese tiempo el país era débil, y la gente sabía que no podría defenderse. Pero resulta que, de repente, un tifón muy, muy fuerte, sopló sobre el mar de Japón y destruyó la flota de barcos mongoles.
Yuka sonrió.
- ¡Qué suerte!
- ¡Sí! - Mamá alzó un dedo en alto- y ya entonces dijeron que eso había sido obra de Dios, que les había enviado un viento divino para defender sus tierras, pero había mucha gente entre la población que todavía creía que aquello no había sido más que suerte, suerte y nada más. ¡Pero resulta...!
Yuka dió un respingo de emoción.
- Que
Kublai Khan, muy enfadado, envió más y más barcos, más y más fuertes hacia Japón unos años después, para volver a intentar invadirnos.
- ¿Y qué pasó entonces?
- ¡Pues que el viento divino volvió a soplar! Y volvió a hundir los barcos antes de que llegasen a Japón, así que los japoneses volvieron a salvarse.
- ¡Guau! Entonces sí que debieron creer que era Dios quién lo había hecho.
- Exacto. Fue entonces cuando los escépticos, la gente que creyó que la primera vez sólo habían tenido suerte, admitió que aquello era obra de Dios, que les había enviado la salvación en forma de viento, de un viento divino que protegía el país.
- Kamikaze- sonrió Yuka.
- Eso es.
- Pero... ¿Eso tiene algo que ver con los kamikaze de ahora?- Quiso saber la niña.
- Pues... digamos que las flotas kamikaze de la guerra mundial defendieron al país para llevarlo hasta la salvación, y por eso quisieron ponerle ese nombre. Querían ser... el viento divino que salvase Japón una vez más- sonrió.
- Ya entiendo, ya.
Tras otro corto repaso de kanji, Yuka se marchó a dormir. Su madre se quedó pensativa en el comedor, con las luces apagadas.
Sí, un viento divino que protegía al país... pero a costa de vidas humanas. Un código que ponía el honor por encima de la vida, unos ataques suicidas, un cuerpo militar especializado en marcharse para no volver jamás, el
tokkoutai.
Un término hermoso, kamikaze, que había terminado volviéndose casi un sinónimo de suicida, de temerario, de... espeluznante.
Pese a lo hermoso que el viento divino pudiese parecer...
Pero para su hija Yuka, era demasiado pronto para saber todo aquello. Además, seguramente, en su escuela le hablarían algun día de las flotas del
Shinpuu tokubetsu kougeki tai, los
kamikaze, refiriéndose a ellos como una flota de héroes de guerra, como unos mártires que defendieron la dignidad y el honor del país con sus propias vidas.
El juzgar si eso era cierto o no, era cosa de Yuka. Quizás, cuando fuese adulta, sabría decir con opinión propia qué le parecía la idea. Pero, por aquella noche... era mejor que durmiese pensando en el viento divino, y no en el soldado suicida. Sencillamente... era más hermoso así.
*Fin*
Si alguien busca una versión enciclopédica y cuadrada de estos hechos... que clique
aquí.Espero que hayáis aprendido algo nuevo. Hoy, y cada día de vuestras vidas =)