Mañana hago una barbacoa, ¡yupi!
Con este pretexto, se entenderá que hoy haya pisado un centro comercial para comprar algo de comida (que no carne, por cierto. ¿Sabíais que se pueden hacer barbacoas sin asesinar animalitos? :P Es broma, yo quizá no compre chuletones, pero que cada uno coma lo que quiera).
El caso es que los que viváis cerca de Barcelona sabréis el maravilloso día que hace hoy. Los que no, sólo tenéis que pensar en el día más perfecto del mundo. Pues ese. Los árboles están verdes, las flores en todo su esplendor, el sol calienta sin quemar y el viento acaricia con suavidad. Disfrutar de todo esto no cuesta un centavo y, ahora lo mejor de todo... Todo el mundo puede hacerlo. Mayores, pequeños, ricos, pobres...
Hoy había una barbaridad de gente en el centro comercial. Volviendo a casa, pasando por la autopista, he visto cómo las entradas para otras dos grandes superficies por el estilo estaban colapsadas. Mientras regresaba por el camino de siempre, no había ni un alma en la calle. Parecía que todo el mundo estaba ahí, o en el atasco o tras los muros de cemento de su paraíso consumista en la tierra. Niños, ancianos, padres e hijos. Todos iban en masa a gastarse su sueldo de esclavo en precios que, por cierto, han vuelto a subir.
¿Sabíais que en todo el camino no he visto a nadie observando el precioso día que hace hoy?
Con este pretexto, se entenderá que hoy haya pisado un centro comercial para comprar algo de comida (que no carne, por cierto. ¿Sabíais que se pueden hacer barbacoas sin asesinar animalitos? :P Es broma, yo quizá no compre chuletones, pero que cada uno coma lo que quiera).
El caso es que los que viváis cerca de Barcelona sabréis el maravilloso día que hace hoy. Los que no, sólo tenéis que pensar en el día más perfecto del mundo. Pues ese. Los árboles están verdes, las flores en todo su esplendor, el sol calienta sin quemar y el viento acaricia con suavidad. Disfrutar de todo esto no cuesta un centavo y, ahora lo mejor de todo... Todo el mundo puede hacerlo. Mayores, pequeños, ricos, pobres...
Hoy había una barbaridad de gente en el centro comercial. Volviendo a casa, pasando por la autopista, he visto cómo las entradas para otras dos grandes superficies por el estilo estaban colapsadas. Mientras regresaba por el camino de siempre, no había ni un alma en la calle. Parecía que todo el mundo estaba ahí, o en el atasco o tras los muros de cemento de su paraíso consumista en la tierra. Niños, ancianos, padres e hijos. Todos iban en masa a gastarse su sueldo de esclavo en precios que, por cierto, han vuelto a subir.
¿Sabíais que en todo el camino no he visto a nadie observando el precioso día que hace hoy?