Existe en mi tierra una tradición milenaria, fruto de una antigua leyenda... cuya conmemoración se celebra cada 23 de Abril.
En ese día, los hombres regalan a sus amadas una rosa roja, y las mujeres obsequian a sus hombres con un libro. Con los años esta tradición ha terminado extendiéndose a los padres e hijos, amigos y hermanos... hasta el punto en que una chica puede acabar recibiendo una rosa de cualquier persona cercana a ella, al igual que ocurre a los chicos con los libros.
La rosa es un símbolo de aprecio, una demostración de amor, amistad y cariño, un obsequio bello a la par de efímero. Ese 23 de Abril, Cataluña entera se cubre de rosas.
Hacía ya dos años que no vivía este día. El último 23 de Abril lo pasé en el Sol Naciente, y para mí, en esas tierras, no fue más que una jornada de trabajo cualquiera.
Ayer, día de Sant Jordi, volví a casa tras quedar con mis amigos... y me encontré cuatro rosas en un jarrón del comedor.
- ¿Estas son las que ha comprado papá?- pregunté.
- Sí. Una para cada una de sus hijas, y la mía- respondió mi madre.
Cuatro rosas. Qué curioso, mis dos hermanas ya no viven en casa desde hace tiempo... ¿Por qué compraba mi padre cuatro rosas, si mis hermanas ni siquiera las verían?
Y entonces,noté en mí la siempre presente chispa de la curiosidad.
- Mamá... ¿Cuando yo estaba en Tokio, papá me compró una rosa de todas maneras?
- Claro que lo hizo. Ya conoces a tu padre...
Me quedé pensando con la mirada perdida entre las cuatro flores. Mi padre, ya un año atrás, me regaló una rosa roja, un símbolo de amor y cariño... que sabía que yo nunca iba a recibir. Compró una rosa por mí, me hizo ese regalo... sin esperar que yo nunca lo llegase a saber.
Qué extraño, y a la vez qué hermoso... pensar en esa rosa de hace ya un año con mi nombre grabado en el espíritu, que se marchitó sin haber llegado nunca a estar en mis manos. Qué extraño, y a la vez qué hermoso... pensar que mi padre me hizo ese obsequio en silencio, ese pequeño gritito de amor sin esperanza de ser nunca oído.
Me llega ahora. Me llega ahora, el mensaje de esa rosa... y con más, mucha más fuerza.
No existe tesoro más abrumador que el amor de verdad, el que no siempre se muestra, el que existe a la luz... pero también en la sombra.
sábado, 25 de abril de 2009
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